lunes, 8 de marzo de 2010

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Más formación=más desigualdad (1a parte)
dimecres 24 de febrer de 2010

La formación es un factor de igualdad entre hombres y mujeres a la hora de conseguir un empleo, pero no para equilibrar los salarios. Cuanto más altos son los estudios ellos tendrán un sueldo mayor y la brecha no dejará de abrirse. ¿Por qué? De nuevo esto va asociado a la disponibilidad horaria, una rémora en la carrera profesional de las mujeres en el momento en que deciden tener hijos o han de hacerse cargo de los ancianos. "En el sector privado es donde las diferencias son más acusadas", dice la catedrática de Economía de la Universidad de El País Vasco Sara de la Rica. "Estar siempre disponible para el jefe es algo que las mujeres no pueden hacer. Ellas, para conciliar vida laboral y personal, acabarán por abandonar cualquier intento de promoción. Pero todo el mundo tiene que saber que los hijos son de la sociedad, no de las mujeres".

En el sector público, sin embargo, donde acaban muchas mujeres, no se consigue más seguridad laboral a cambio de peores sueldos, como tiende a creerse, sino que los sueldos son altos para ellas, más que si estuvieran en la empresa privada, al menos cuando se trata de puestos relacionados con estudios superiores.

De la Rica, miembro de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, opina que "es importante que a corto plazo las mujeres se mantengan en el mercado laboral o accedan a él, porque eso supone entrar en una buena dinámica de crecimiento a través de la mano de obra femenina, muy cualificada. Pero para eso se necesita que las negociaciones colectivas entre la empresa y los trabajadores dejen de ser leoninas para las mujeres".

La tasa de empleo de las mujeres con hijos dependientes es del 62% en la UE, mientras que para los varones tener familia apenas influye: su tasa de empleo sigue siendo alta, de un 91%. Y ese problema permanece con estudios y sin ellos. Pero la frustrante idea de que, a mayor nivel de estudios, la brecha salarial se incrementa, se aprecia con claridad cuando se comparan las comunidades. Según el INE (con datos de 2006), las regiones donde menor es esa diferencia salarial son Canarias y Extremadura (también con una baja población con estudios superiores, ambas alrededor del 22%, cuando la media española es de un 29%), mientras que otras como Madrid, Cataluña o el País Vasco tienen una brecha más acusada (y un porcentaje de población con estudios superiores mayor que la media, un 42% en el País Vasco), que alcanza su máximo en Asturias y Aragón.

En todo caso, el salario medio de las mujeres es entre un 20% y un 30% menor que el de los hombres en todas las CC AA. La media es del 26,3%. En 2007, el salario promedio anual femenino fue de 16.943 euros y el masculino de 22.780. Es una de las brechas salariales más altas de la UE (cuya media es del 17%). Este dato no se refiere a diferencias salariales en el mismo empleo, sino a la diferencia media entre el conjunto de mujeres y de hombres por hora trabajada.

"Una mujer tendría que trabajar un mes y 22 días más que un hombre para ganar el mismo salario, según los estudios europeos", afirmó ayer la presidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso, Carmen Calvo, en una jornada parlamentaria organizada por el Grupo Socialista y que reunió a políticos, sindicatos, patronal y organizaciones de mujeres.

Hay que distinguir discriminación de desigualdad salarial. La discriminación se produce cuando la mujer cobra menos por el hecho de serlo en un trabajo igual o de igual valor. Está prohibida por ley (tanto en el artículo 28 del Estatuto de los Trabajadores como en el 14 de la Constitución) y puede lucharse contra ella en los tribunales. La desigualdad salarial es un problema más complejo porque tiene causas diversas y muchas veces, un disfraz sutil. Hay desigualdad por una mayor temporalidad en los contratos femeninos (la tasa es del 25% frente al 17% en el empleo masculino); porque los complementos salariales benefician más a los hombres; porque sus trabajos, por lo general, están más valorados; porque ellas no llegan a según qué puestos. Más del 80% de los contratos a tiempo parcial son de mujeres y la economía sumergida les afecta también más a ellas (en tareas de limpieza, servicio doméstico, comercio al por menor...).

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